Durante años viví atrapada en una idea:
"Si como menos, pesaré menos. Y si peso menos, estaré mejor."
¿Te suena familiar?
No comía tanto por hambre, sino por culpa. Sentía que cada comida tenía que ganármela, justificarla. Me obsesioné con las calorías, con “comer limpio”, con eliminar todo lo que sonara a placer. Y ahí empecé a construir una dieta en la que el protagonista era... el brócoli.
“Viva el brócoli”… ¿pero dónde está el resto del plato?
Durante una etapa de mi vida, mis platos eran casi exclusivamente vegetales. Montañas de lechuga, espinaca, calabacín, coliflor, brócoli. Visualmente parecían “sanos” y “ligeros”. Me sentía en control, como si eso fuera sinónimo de estar haciendo lo correcto.
Pero con el tiempo, algo no encajaba:
-
Sentía cansancio crónico
-
Tenía bajones de energía durante el día
-
Llegaba la noche y aparecía la ansiedad por comer
-
Mis ciclos hormonales estaban desregulados
-
Me daban episodios de atracones que luego me hacían sentir fatal
¿Qué estaba fallando?
Todo el foco estaba en comer menos, en restringir, y en evitar alimentos que supuestamente “engordaban”. Pero no me daba cuenta de que lo que en realidad estaba haciendo era negarle a mi cuerpo lo que necesitaba para funcionar bien.
La restricción como castigo
Prohibía el pan, evitaba el arroz, medía el aceite con gotas. Si salía a comer fuera y había pan en la mesa… adivina qué pasaba:
Me comía todo. No uno ni dos trozos. Todo. Porque mi cuerpo estaba desesperado. Y no porque no tuviera fuerza de voluntad, sino porque el hambre biológica siempre gana. El cuerpo no negocia cuando lo privas.
La transformación empezó cuando entendí esto: no se trata de comer menos, sino de comer mejor
Hoy mis platos siguen teniendo vegetales, claro. Amo la variedad de colores, la fibra, los micronutrientes.
Pero ya no son el centro de mi plato.
Ahora el verdadero protagonista es otro:
👉 La proteína de calidad.
¿Qué significa proteína de calidad?
Proteína que nutre, que sacia, que sostiene mi salud muscular, hormonal, emocional.
Proteína que no me da miedo:
-
Huevos
-
Pescado azul (como salmón, sardinas, atún)
-
Pollo o pavo
-
Carnes magras
-
Legumbres bien combinadas
-
Yogur natural sin azúcar
-
Tofu, tempeh, huevos, semillas, frutos secos
La incluyo en cada una de mis comidas principales. Ya no me salto el desayuno. Ya no me quedo solo con “una ensaladita”. Ya no cuento hojas verdes ni busco vivir a base de aire.
¿Qué pasó cuando centré mi alimentación en proteína?
-
Más energía estable durante el día
-
Menos ansiedad por comer dulce o pan
-
Recuperé mi ciclo menstrual
-
Menos inflamación y digestión más fácil
-
Mayor masa muscular y fuerza
-
Y lo más importante: dejé de pelear con mi cuerpo
Hoy mis platos son coloridos, abundantes y me representan
Ya no como para controlar. Como para nutrir. Como para vivir mejor.
Y esa elección lo ha cambiado todo.
Si tú también estás atrapada en la idea de comer menos para pesar menos…
Quiero decirte algo:
No estás rota. Solo te enseñaron una narrativa equivocada.
Hay otra forma de relacionarte con la comida. Una donde tu plato no es castigo, sino autocuidado. Una donde tu cuerpo no es tu enemigo, sino tu aliado.
Si te sentiste identificada y quieres dar el siguiente paso hacia una alimentación más consciente, equilibrada y libre de culpa, te invito a descargar mi ebook “Más allá de las calorías”.
En él te explico esto y mucho más:
cómo nutrir tu cuerpo con propósito, por qué las proteínas son clave para tu salud hormonal, y cómo construir hábitos sostenibles que realmente se adapten a tu vida.
👉 Descárgalo y empieza hoy tu transformación desde el autocuidado, no desde la restricción.
Sandra Balcells
Health Coach especializada en hábitos sostenibles, salud hormonal y bienestar femenino
📩 info@sandrabalcells.com